CUANDO
NUESTRA RIQUEZA ARQUEOLÓGICA APARECE POR CASUALIDAD: EL CASO DE LA ESTELA DE DUESOS (¿no sería mejor
llamarla Estela de Santiago de Carrales?)
José Luis Egüen Díaz
En el año 1982
el entonces Párroco de Caravia D. Faustino Rodriguez encargó a los operarios
José Ignacio Iglesias Covián y Jose Luis Valle Toyos tapiar la puerta de la
Sacristía del Templo de Santiago Apóstol en Caravia Baja, como medida de
seguridad, y es ahí donde, al levantar una losa de paso de dicha puerta, se encuentran
con que estaba grabada, lo que les alertó de que podía ser algo importante. El
párroco puso el hallazgo en conocimiento de los responsables diocesanos de Patrimonio,
quienes la trasladaron a Oviedo para su estudio y catalogación, retornando a la
parroquia cuatro años después (1986). Los arqueólogos expertos, en sus primeros
estudios, nos dicen que se trata de una Estela bastante bien conservada, dadas las
circunstancias de su hallazgo, sus características y, sobre todo, una
antigüedad que se remonta, al menos, a uno ó dos siglos antes de la era cristiana.
Los primeros estudios la identifican como una Estela propia de la cultura castreña,
dicho en otras palabras, sería un recurso sagrado o funerario de los pobladores
astures, que vivieron en los castros próximos. No parece casual que se
encuentre en la falda del Picu ‘l Castru,
identificado y excavado por Aurelio de Llano en 1917. El hecho de haberse
encontrado en los aledaños del Templo Parroquial y que, más recientemente, haya
sido localizada otra piedra con rasgos similares a la izquierda de la entrada
principal del mismo, puede indicar que éste se erigiese en un espacio sagrado
precristiano de la población indígena, ya que hay una constante histórica de este
tipo de superposiciones culturales.
En febrero de 1986 tres
Licenciados en Historia del Arte por la U. de Oviedo (Alberto Fdez. Amparo
Fdez. y Alejandro Miyares), trabajadores contratados para el inventario del
tesoro artístico asturiano, la definen como una Estela Monolítica Prerromana perteneciente
a la cultura castreña. Ellos basan esta tesis en que se trata de una Estela
anepígrafa (carente de inscripciones) y cuyo tipo de decoración contiene
motivos (con lacería, círculos concéntricos y esvástica) que aparecen en esa
cultura, tanto en puertas de castros, como en la cerámica y la orfebrería de
aquel período, como sucede en el yacimiento del Castro de Caravia.
Finalmente, en el año 1993 la
corporación municipal del Ayto. de Caravia, reunida en sesión extraordinaria,
acordó por unanimidad encargar a la “Empresa
Aluminios de Teverga en Gijón” un Ara y la urna de exposición con una
verja de hierro forjado, colocando este
pequeño tesoro, debidamente protegido e identificado (con rótulo y explicación
en QR), en el campo de la Iglesia de Santiago en Caravia Baja para disfrute
y conocimiento de quienes lo visiten.
Desde aquí hacemos, en primer
lugar, un llamamiento a resolver las deficiencias de mantenimiento de este
importante ejemplar del patrimonio arqueológico asturiano y, en segundo lugar,
a que los responsables de nuestro patrimonio histórico tomen la delantera de
identificación, descubrimiento y protección de los yacimientos localizados o
potenciales sin esperar a su deterioro o a la casualidad.
RECOBRANDO LA MEMORIA: LA
CONSOLACION 80 AÑOS ATRÁS
Francisco
J. Llera Ramo
En la guerra civil Caravia perdió su iglesia del s. XVIII
de la Consolación de Prado, filial de la parroquial de Santiago de Carrales, y
con ella todo el patrimonio religioso que albergaba, incluida la pequeña imagen
de madera policromada de Nuestra Señora de la Consolación. Al fuego destructor
guerracivilista le siguió la voluntad de reconstrucción. Las autoridades y los
notables del pueblo se pusieron manos a la obra y la Junta de Reconstrucción,
con la ayuda de los propios vecinos y, sobre todo, de los “americanos” (los
caravianos emigrantes que habían hecho fortuna en América), levantaron el nuevo
templo, en parte, en terrenos cedidos por la familia Argüelles-Armada para
reubicar el propio templo, el parque aledaño y la carretera de la ería y la
costa.
El 31 de agosto de 1946,
en vísperas de la Consolación, se inauguró la nueva iglesia con su espectacular
espadaña de cantería de piedra, su planta de cruz y los dos pórticos laterales,
vidrieras decorativas y de apariencia neorrománica, sobre todo, en su arquería
y su bóveda central. A partir del diseño arquitectónico, cuya autoría
desconocemos, Gumersindo Alvarez fue el jefe de
obra que, con un pequeño grupo de canteros, albañiles, carpinteros y ayudantes,
pusieron en pie el templo que coronó la Calvera, durante casi cuatro décadas, hasta
su cuestionable demolición al final de los años setenta, debido a los daños
causados por la actividad minera. Años después, Ramón Carús Pando traería de
Alemania el gran reloj que albergaba la fachada por encima de la vidriera
central.
Entre las múltiples
donaciones que enriquecieron y equiparon el templo, son de destacar: las dos
campanas que coronaban el campanario, que fueron donadas por la familia Diego González,
al igual que los retablos laterales del Cristo y la Inmaculada, mientras que
los dos altares de San Antonio y San José, ubicados en los extremos
transversales del crucero, fueron donación de Joselinos Sánchez Orovio. Sin
embargo, la gran donación del actual altar mayor en madera noble y bronce, el
sagrario, el apostolado de bronce del arco que lo completa y las imágenes de
los sagrados corazones que acompañaban al trono de la patrona, además de la
bancada de madera y sendos confesionarios, son el legado de Angel Bedriñana
Meana. De la familia Cueto González son la pila bautismal y las pilas del agua
bendita, realizadas en mármol. Finalmente, de la familia Diego González son,
también, la custodia, el palio y los estandartes. Las pinturas murales que
decoraban las paredes fueron realizadas por los hermanos Uría de Ribadesella,
sin olvidarnos de la gran araña luminaria de bronce central, las vidrieras y
otros objetos religiosos de culto y joyas de gran valor.
Procesión de la Consolación de 1945 (fotografía cedida por Amparito Pando Espiniella)
En el año 1945, sin estar
terminada la iglesia, se celebra la primera procesión de la Consolación con la
nueva imagen que José Ramón Sánchez Fuentes y Etelvina Moro Fernández
encargaron a un imaginero en su viaje de novios a Barcelona el año anterior
(ver foto). Desde entonces, lucirá una trenza del pelo de la propia Etelvina,
el vestido donado por Carmen González Cutre y las coronas de Laureano Carús
Pando.
Todo un ejemplo de
sentido de comunidad, generosidad y amor por Caravia. Gracias
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